Al igual que con los videojuegos de fútbol no soy muy aficionado a los juegos de peleas. Tuve si una época en que jugué mucho Street Fighter y si aún tengo la oportunidad de jugarlo siempre elijo pelear con Ken Masters. Pero el verdadero juego que inspira este post es aquél que fue la razón principal por la que decidiera ahorrar para comprarme el Super Nintendo: Killer Instinct.
De este juego recuerdo particularmente haberle invertido mucha plata, ya que como dije al inicio del post, yo compré el Super Nintendo para poder tenerlo en la casa. Traducción: con varios amigos nos la pasábamos en un “jugadero de maquinitas” gastándonos la platica que nos daban para comer en el colegio. Una vagabundería total, pero quienes lo han podido disfrutar saben lo increíble que se siente esa camaradería con los amigos en una tarde relajada, jugando y compitiendo, sin importar el inclemente calor de aquel pueblecillo llamado Cartago.
Era tanta la fiebre con este juego, que hacíamos trampa entre nosotros mismos y nos íbamos para otros jugaderos distintos al habitual para jugar solos y dominar el personaje y lo divertido del cuento era encontrarnos todos e irnos a pillar dónde era que estaban los que se encontraban dedicados a la trampilla.
Por fin, luego de ahorrar un buen tiempo y gracias a la alcahuetería de mi abuela, quien prefería que estuviéramos jugando en la casa y no gastando la platica en la calle (y sin importarle además que le desocupáramos la nevera), completé los $120.000 pesos que costaba la consola. Obviamente en Cartago no se conseguía (o era más cara, no recuerdo), así que esta compra generó un paseo familiar a la hermosa ciudad de Pereira, al ‘Sanandresito’ gigantesco donde se conseguía hasta plutonio y uranio reducido.
Como el juego ya tenía varios meses de haber sido lanzado, no era TAN fácil conseguir la edición especial que traía el juego en edición de cartucho negro y que venía con un CD con la música del juego.
Esto era toda una novedad y si mal no recuerdo, este fue el primer “Bundle Pack” del que tuve conocimiento. Para la fecha el que me ofrecían era el que venía con el Donkey Kong, de la misma casa productora, pero cuando a mi se me mete algo en la cabeza no hay quien me la saque. Después de voltear durante mucho tiempo en ese Sanandresito y que mi mamá tuviera un dolor de cabeza horrible debido al ambientador que le echaban al piso, POR FIN lo pude encontrar.
Mi hermano también se moría de ganas por llegar a jugar a la casa y más nos demoramos en entrar que tener un séquito de amigos míos y de él para jugar y así dañarle la economía a Don Arlex, el dueño del jugadero al que íbamos todas las tardes.
Y como siempre, hablé más de lo que representó el juego para mi que del juego en si y creo que esa es la razón del post. Este juego gráficamente fue un avance gigantesco en cuanto al nivel de gráficas. Rare Ltd. utilizó en él y en el primer Donkey Kong una técnica llamado pre-renderizado, algo así como texturas en 3D aplicadas a elementos 2D, que hacía que las gráficas se vieran más que geniales.
Ese personaje, Sabrewulf era mi favorito y llegué a dominarlo tanto que ya en la Universidad alguna vez, jugando solitario, pude terminar el juego en el modo más difícil y sin perder ni una sola vez. Por ahí debe estar en algún rollo de cámara olvidado en algún cajón la prueba de semejante hazaña.
Este era el ending de este personaje, en el que por fin el Conde Von Sabrewulf consiguió la cura para su licantropía.
Killer Instinct lo jugué mucho tiempo, hasta que cometí el grandísimo error de venderle el Super Nintendo a un amigo, junto con el cartucho en edición negra y el CD con la música que prácticamente nunca usé ya que no tenía donde hacerlo, pero aún conservo el cassette EP de 90 minutos en el que copié la música para poderla escuchar en el Walkman.
Si leyeron hasta aquí, tal vez contesten preguntas ¿alguna vez lo jugaron? ¿cuál era su personaje favorito? ¿quisieran jugarlo de nuevo?
Yo si.
¡Gracias por leer!
P.D: Les dejo un regalito: http://tinyurl.com/6hzffw4
Leave a Reply